A medida que el cambio climático avanza, sus efectos devastadores se sienten de manera más aguda entre los niños, quienes se encuentran entre los más vulnerables. UNICEF, antes de la conferencia COP28, lanzó un fuerte llamado a la comunidad internacional para que los niños estén en el centro de la respuesta global a la crisis climática. Esta advertencia es particularmente urgente dado que, en julio de 2024, el mundo registró el día más caluroso de la historia, con temperaturas que alcanzaron los 17,15 °C, según datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea.
Si bien el cambio climático afecta a toda la humanidad, los niños son especialmente susceptibles. Sin embargo, según UNICEF, solo el 2,4% de los fondos multilaterales dedicados a la lucha contra el cambio climático están dirigidos a proyectos enfocados en la infancia. Este dato fue subrayado por Kitty van der Heijden, directora ejecutiva Adjunta de Alianzas de UNICEF, en una entrevista con el Foro Económico Mundial (WEF), en la cual abordó los graves riesgos para los niños frente al calentamiento global.
Vulnerabilidad infantil ante el cambio climático
Van der Heijden destacó que el calor afecta a los niños incluso antes de nacer. «El calor afecta a los niños de una manera muy diferente que a los adultos y, de hecho, comienza antes de que nazcan», explicó. Las olas de calor prolongadas y más intensas incrementaron los partos prematuros, lo que resulta en bebés nacidos con bajo peso y con mayores dificultades de salud desde el principio de sus vidas. Además, la producción de leche materna, crucial para su desarrollo, también se ve afectada por las altas temperaturas.
Los bebés, debido a su inmadurez fisiológica, no pueden regular su temperatura corporal como los adultos, lo que los pone en mayor riesgo durante las olas de calor. «No pueden enfriar su cuerpo mediante el sudor, lo que puede provocar insuficiencia orgánica, como la insuficiencia renal», señaló van der Heijden. A esto se suma la contaminación del aire, que afecta gravemente a los recién nacidos, quienes respiran más rápido que los adultos, aumentando su exposición a toxinas.
Desafíos adicionales y el futuro de los niños en un clima cambiante
El cambio climático no solo afecta la salud física de los niños, sino también su desarrollo a largo plazo. Los patrones climáticos irregulares y extremos, como las sequías y las inundaciones, afectan la producción de alimentos, lo cual impacta en la nutrición infantil. En regiones de África, los rendimientos agrícolas disminuyeron entre un 30% y un 50% lo que agrava el riesgo de desnutrición y retraso del crecimiento. «El retraso del crecimiento significa discapacidades cognitivas de por vida de las que nunca se puede recuperar», explicó van der Heijden.
Además, el cambio climático está provocando la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue, las cuales afectan desproporcionadamente a los menores de cinco años. El WEF prevé que, para 2050, el cambio climático podría causar 14,5 millones de muertes adicionales en todo el mundo, muchas de ellas entre los más jóvenes.
Frente a este panorama, UNICEF insiste en la necesidad de mantener el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, y de que las futuras políticas climáticas consideren las necesidades y voces de los niños. «No siempre se trata de más dinero», enfatiza van der Heijden, «se trata de asegurarnos de que cuando implementamos programas de salud, educación u otros, se hagan de manera centrada en los niños». Es crucial, añade, que los jóvenes participen en la creación de estas políticas, ya que su futuro está en juego.
NotiPress/Axel Olivares