El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en adultos es una condición frecuentemente subdiagnosticada que puede impactar significativamente la vida diaria. Aunque algunas personas atribuyen sus problemas de atención o impulsividad a rasgos personales, cuando estos comienzan a interferir en la productividad o las relaciones interpersonales, podría ser momento de considerar una evaluación médica.
Según el Dr. Alexander Doan, médico de atención primaria en el Hospital Houston Methodist, «un diagnóstico de TDAH puede generar muchos pensamientos negativos. Las personas sienten que estos son problemas que deberían poder controlar o solucionar por sí mismas. Pero no debería haber estigma». El especialista aclara que el TDAH no está relacionado con la fortaleza mental ni con la inteligencia, sino con dificultades en la comunicación de las funciones ejecutivas del cerebro, como priorizar, organizarse y controlar los impulsos.
Aunque persiste el uso del término TDA (trastorno por déficit de atención), este ha quedado obsoleto. Actualmente, el diagnóstico oficial es TDAH, el cual puede ser predominantemente inatento, hiperactivo o combinado. Entre los síntomas comunes en adultos se incluyen dificultad para mantener la atención, desorganización, mala gestión del tiempo, impulsividad, inquietud, cambios de humor, sensibilidad al estrés y procrastinación.
El Dr. Doan subraya que la percepción del tiempo también puede estar distorsionada en estas personas, y que las mujeres tienden a manifestar síntomas de inatención más que hiperactividad, lo que puede llevar a un diagnóstico tardío y a problemas de ansiedad o depresión.
Identificar el TDAH puede ser complicado, ya que sus síntomas pueden imitar afecciones como ansiedad, depresión o abuso de sustancias. La herramienta diagnóstica más común es la Escala de Autoinforme de TDAH para adultos, utilizada por médicos para evaluar los criterios diagnósticos y descartar otras causas subyacentes. A nivel mundial, se estima que aproximadamente el 6% de las personas presentan TDAH, aunque muchas no reciben diagnóstico.
No existe cura para el TDAH, pero el tratamiento puede mejorar significativamente la calidad de vida. Existen opciones farmacológicas, como Strattera o Wellbutrin, que no son estimulantes tradicionales, y estrategias no farmacológicas, como la terapia cognitivo-conductual (TCC). El Dr. Doan destaca que «para algunos, las estrategias conductuales son suficientes, pero para otros, puede ser necesaria una combinación de terapia y medicación».
La recomendación principal es consultar con un médico de cabecera. «No hay nada de qué avergonzarse por tener TDAH», recalca el Dr. Doan. Contar con apoyo médico y terapéutico adecuado puede marcar una diferencia sustancial en la vida diaria.
NotiPress/Patricia Manero