La combinación de fenómenos climáticos extremos, como inundaciones y olas de calor, junto con problemas socioeconómicos como la energía y vivienda inasequibles, la inflación y la infraestructura obsoleta, está generando lo que se denomina una «policrisis«. En este contexto, el cambio climático es el centro de estos riesgos emergentes interconectados que impactan a las ciudades de manera crítica.
Uno de los actores que están tomando un rol protagónico en la lucha contra el cambio climático son las urbes, las cuales son responsables de aproximadamente el 70% de las emisiones globales de CO2. Se proyecta que para 2050, el 70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, lo que ejercerá aún más presión sobre la infraestructura, los sistemas de energía y vivienda, y aumentará los riesgos derivados de los desastres naturales y las desigualdades sociales.
De acuerdo con el World Economic Forum (WEF), el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por las Naciones Unidas se convirtieron en una prioridad para enfrentar los desafíos climáticos. Estos objetivos requieren estrategias de resiliencia integradas que incluyan al sector público y privado.
Un ejemplo destacado es la ciudad de Róterdam, que en 2022 actualizó su estrategia de resiliencia climática para enfrentar problemas en seis áreas clave: clima, energía, ecología, economía, digitalización y aspectos sociales. Por otro lado, en 2023, Estados Unidos presentó su Marco Nacional de Resiliencia Climática, con un enfoque que incluye medidas para mitigar riesgos de inundaciones, mejorar los códigos de construcción y fortalecer la red eléctrica. Este marco pone especial atención en proteger a las comunidades vulnerables, las cuales suelen ser las más afectadas por los impactos climáticos.
El cambio hacia ciudades sostenibles no solo se enfoca en reducir las emisiones, sino también en restaurar la biodiversidad y proteger los recursos naturales. Las empresas y gobiernos están colaborando para desarrollar tecnologías limpias y ampliar el uso de energías renovables, a la vez que implementan herramientas financieras ecológicas que facilitan las inversiones en proyectos sostenibles.
Ciudades como Toronto o San Francisco están impulsando innovadoras soluciones climáticas urbanas. Toronto se enfoca en reducir las emisiones de sus edificios existentes y promover la equidad social, mientras que San Francisco prioriza la restauración de su costa para fortalecer la resiliencia ante el aumento del nivel del mar y las tormentas.
En efecto, el WEF defiende la colaboración público-privada como un elemento esencial para lograr avances significativos en la sostenibilidad urbana. La organización, a través de su Centro para la Transformación Urbana, está promoviendo estas alianzas para acelerar las acciones hacia ciudades más resilientes y sostenibles, lo que será un tema clave en las próximas cumbres globales sobre biodiversidad y cambio climático.
NotiPress/Axel Olivares